jueves, 8 de abril de 2010

Por nuestra amada Tierra

Hoy, desperté con una extraña y dual sensación de gratitud e impotencia. Gratitud por la maravilla de la creación y sus ilimitadas e inimitables expresiones de magnificencia. ¿Cómo no agradecer al Creador por habernos hecho a su imagen y semejanza? Según el relato de la creación de la Tierra, “dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza” (Génesis 1:26). Creo sin vacilación ni duda en Dios, el Eterno Padre. El es mi Padre, el Padre de mi espíritu y el de los espíritus de todos los seres humanos. Es el gran Creador, el Gobernante del universo. El dirigió la Creación de esta tierra en la que vivimos. Es un Ser personal; es real; es individual y “tiene un cuerpo de carne y huesos, tangible como el del hombre” (D. y C. 130:22). Agradezco y rindo honor y reverencia a ese Dios que me permite despertar cada mañana con el trinar de los pájaros, mientras la suave brisa acaricia mi piel al mismo tiempo que camino intensamente la primera media hora de cada día, para disfrutar la fiesta del poniente irradiando luz, calor y transparencia. Pero admito que siento impotencia al no poder impedir la degradación de lo que nos rodea, el aire, el agua, los suelos, la flora, la fauna y en fin, nuestro ecosistema. Amada tierra, hoy te pido perdón por la inconciencia del hombre. Hoy te pido perdón porque en verdad, el hombre, cegado por la ambición y el egoísmo lastima tus entrañas perforándolas para extraer tus minerales e hidrocarburos, lastima tu superficie inundándola de desperdicios, lastima tus capas externas contaminando el aire. También el hombre, ciego, te lastima cuando siente odio por sus hermanos, cuando envidia, cuando arremete, cuando engaña, cuando vive con miedo. El hombre te ha lastimado con la contaminación física y con la falta de amor a sí mismo y hacia sus hermanos. Y tú, amada Tierra, creada por el Padre para el gozo y el disfrute del hombre, transformada estás por la inconciencia.
Y todavía el hombre cree que impunemente puede lastimarte: olvida que todos sus actos tienen consecuencias, y en este caso, consecuencias dolorosas.
Tu aire ya sucio, tus ríos y océanos inundados de basura, tus capas externas mostrando ya físicamente sus heridas. Y tú, amado Planeta, por amor, nos sigues entregando tus frutos dulces, nos sigues entregando la lluvia transparente, nos sigues entregando la quietud de tu superficie. Por eso hoy, ¡oh madre Tierra!, te pido perdón por el que odia, te pido perdón por no haberte sabido cuidar y agradecer tu Amor.
Sé que hoy puedo limpiarme y limpiarte: Hoy puedo, mañana... no lo sé. Por eso, hoy te pido perdón, hoy te agradezco, hoy te bendigo. Como una muestra de gratitud infinita, millones de tus hijos militamos en los partidos verdes en los cinco continentes. Venezuela no podía ser la excepción. Gracias a la diligencia y envolvente entusiasmo de miles de venezolanos el Movimiento Ecológico de Venezuela (Movev) es una realidad. Apenas comenzó el mes de julio y el CNE nos dio la grata noticia de que fue aprobada nuestra solicitud de construir el primer y único partido verde de Venezuela, inspirado en el amor que como ecologistas tenemos en nuestra madre Tierra y en nuestro deseo legítimo de brindarle a nuestro país una tercera vía para derrotar la polarización y la indiferencia, luego de más de cincuenta años de malos gobiernos y hegemonía de los cogollos que hoy aun persisten en mantenernos hundidos en el subdesarrollo, a pesar de las enormes riquezas materiales y humanas que poseemos. Estamos persuadidos de que Venezuela y Portuguesa merecen un futuro mejor.

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